viernes, 6 de noviembre de 2020

EN UNA CASA DE EMPEÑOS

                                              EN UNA CASA DE EMPEÑOS

 Enrique Granier era un francés de gran corazón, sin embargo abrió una casa de empeños en México, no quiere decir que juzgue mal a los que tengan casa de empeños,pero hay que tener carácter especial  para fundar la propia ganancia en la desgracia ajena, porque seguro van a buscar remedio en el empeño los perseguidores de la suerte, y allí se apuran hasta  los últimos recursos. Se encuentran allí, es cierto, la salvación del momento, pero se prepaga la angustia de lo porvenir, pero a pesar de todo eso, siempre el que sale de esa casa muestra en el rostro algo de satisfacción y es natural, fue a dejar la prenda y sale con el dinero, igual pasa cuando va recuperar la prenda que creía perdida, pero es triste ver aquella cantidad de objetos, cada uno de los cuales es símbolo de una angustia, de un sacrificio, de un dolor y cada persona que viene sueña con que deja una prenda de gran valía, que simboliza para él la esperanza de salvación. Yo le hacía a Granier estas reflexiones, y él me contestaba; -Mire usted tiene en fondo mucha razón; pero en la lucha por la existencia, los sentimientos románticos entran por muy poco en el cálculo, y si yo no lo hiciera, lo hiciera otro tal vez más rudo, -tiene usted mucha razón; pero ahí detrás de ese mostrador, habrá usted comprendido todas las miserias de la humanidad, habrá usted presenciado escenas conmovedoras. --Sí cosas terribles, le voy a contar una que me conmovió muchísimo. --Una tarde de diciembre; el tiempo estaba muy frío, iba yo a cerrar mis cuentas cuando entró una niña pequeña vestida muy pobremente, y se acercaba vacilante con timidez al mostrador. Me causó compasión instintivamente, y como no alcanzaba para hablarme, me incliné sobre la mesa para verle a la cara y le pregunté que quería, me dijo que nada, y entonces a que has entrado, le pregunté, me contó que su mamá y su papá estaban enfermos en cama y que no habían comido, y no tenían con que comprar alimentos y ella trajo su muñeca para empeñarla, que no hubiera alcanzado para un céntimo pues era vieja y rota, y aquella niña con la esperanza tan lisonjera de obtener una buena suma, --¿que hizo usted señor Granier? -- pues entí un nudo en la garganta, y sin poder hablar le di al aniña 5 duros y que se quedara con su muñeca y me quedé llorando como un niño sobre el mostrador.

 MORALEJA: La supervivencia humana ha inventado diferentes formas de negocios una de ellas son casas de empeño, se pudiera pensar que son lugares lugrativos donde se negocian infortunios, pero no por eso debemos juzgar a los que estan detrás del mostrador púes es la forma que encontraron para sobrevivir y a nadie obligan a ir a sus locales, el que va lo hace por voluntad propia y conciente de lo que hacen.



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